Al árbol de la bergamota no le gustan los extremos, por el contrario, disfruta de un entorno equilibrado y se conoce como el árbol cítrico más delicado. La tierra debe estar perfecta (no demasiado seca, húmeda ni calcárea) y el clima debe ser moderado (no demasiado cálido, frío ni ventoso). Si se cumplen estas condiciones, el árbol da frutos de color amarillo verdoso parecidos a una mezcla entre naranja y limón en cuanto a sabor y apariencia.