Las microesferas, un tipo específico de microplástico, son minúsculas bolas de plástico que tienen un uso generalizado en productos de cuidado personal, como los exfoliantes o las pastas de dientes.
“Océanos, lagos y estuarios de todo el mundo acumulan billones de diminutas piezas de plástico que están perjudicando la vida marina y la cadena alimentaria. Estas microesferas que se encuentran en exfoliantes, geles de ducha y pastas de dientes tienen gran culpa del problema de la contaminación por plástico. Una sola ducha puede hacer que 100.000 partículas de plástico acaben en el océano”, explicó la presidenta del Comité de Auditoría ambiental, Mary Creagh.
En realidad, para conseguir una piel radiante no es necesario el uso de microplásticos. En Lush utilizamos alternativas biodegradables en los exfoliantes de cara y cuerpo. Si le das la vuelta a tu bote negro, y llegas hasta la lista de ingredientes, podrás comprobar que utilizamos ingredientes como judias aduki, sal marina gruesa y tallo de bambú, entre otros recursos naturales.
El problema de la gran sopa de plástico
Si fueras a tu restaurante favorito y encontrarás en la carta microplásticos entre las recomendaciones del chef, seguramente no los pedirías. Por suerte, tienes la oportunidad de elegir, pero las aves y animales que viven en el mar, no.
El oceanógrafo del Imperial College de Londres, Erik van Sebille, llevó a cabo un estudio sobre el efecto de los plásticos en aves y aves marinas y descubrió que el 80% tenía plásticos en el estómago. “Calculamos la cantidad de plásticos que un ave marina tenía en el estómago y descubrimos que, de media, tenían un 10% de su peso total”, detalló van Sebille.
Y esas no son las únicas cifras preocupantes. Según el Instituto Grantham de Investigación del Cambio Climático, que también forma parte del Imperial College, solo en 2010 acabaron en el mar entre 4.5 y 12.7 millones de toneladas de plásticos.
La mayor virtud del plástico, ser extremadamente duradero, lo está convirtiendo también en un supervillano. A medida que se degrada y se hace más pequeño -debido a los rayos UVA, los químicos y otros procesos mecánicos de degradación- el océano se está convirtiendo en una gran sopa de microplásticos. Una sopa de la que se alimenta la vida marina. Las consecuencias parecen terribles pero la verdadera magnitud no se conoce, pues aún no se han estudiado los detalles.
UN GESAMP (El Grupo Mixto de Expertos sobre los Aspectos Científicos de la Protección del Medio) afirma que los potenciales efectos que los plásticos pueden tener sobre los organismos marinos incluyen: efectos físicos como la obstrucción; efectos químicos debido al transporte de químicos tóxicos; impacto en poblaciones y ecosistemas; dispersión de agentes patógenos perjudiciales y problemas de salud.
Las alternativas
Los inventores de Lush trabajan duro para descubrir alternativas naturales o biodegradables a las microesferas exfoliantes.
La naturaleza proporciona todos los exfoliantes que tu rostro o cuerpo puedan necesitar: los frutos secos, como las almendras y las nueces se pueden moler para conseguir diferentes tamaños; la piedra pómez en polvo es fantástica para trabajar las zonas más secas de la piel; y la dulzura del azúcar granulado lo hace perfecto para pulir los labios. En 2016 añadimos el tallo de bambú a esta lista de exfoliantes todopoderosos.
Las microesferas de los cosméticos solo suponen un pequeño aporte a la gran cantidad de microplásticos que inundan el océano (alrededor del 0,01% y el 4%). Sin embargo, se trata de “un problema medioambiental que se puede evitar y, además, es la fuente de microplásticos más famosa”, indicó el Comité de Auditoría Ambiental
Eso la convierte, por tanto, en un excelente punto de partida. ¡Manos a la obra!