Para los aztecas era una planta sagrada, dado que la mitología afirmaba que había crecido en la tumba de la diosa Mayahuel. Mayahuel era fértil y generosa: alimentaba a sus cuatrocientos hijos con sus cuatrocientas mamas. Esto, de forma metafórica, representa muy bien el agave, porque la planta tiene mucho que ofrecer. Todas sus partes (flores, hojas, tallos y savia) son comestibles, pero solo si se cocinan o se procesan, y su zumo se puede fermentar y destilar para producir tequila (en el caso del agave tequilero) y pulque. Asimismo, también se puede obtener sirope de la savia y hacer una maroma a partir de las fibras.